Quiero contaros tanto acerca de mi que no se por dónde empezar, así que empezaré yendo al cine con vosotros. Si, al cine, porque mis amigos ya saben que ver una película conmigo es como ver dos al mismo tiempo. La segunda es la misma pero vista por mis ojos curiosos y mi mente inquieta, en la que me fijo en maquillajes, peinados, texturas, luces, colores…

Mi formación y mi experiencia se han movido entre cámaras y focos, mucho tiempo, supongo que eso explica que mi manera de entender y sentir la imagen sean una mezcla entre naturalidad y alma Gipsy King juguetona y divertida. Ahora, tras años de profesión, mi estilo se ha definido claramente, busco acabados limpios y bien iluminados con glitter. Porque la alegría forma parte de mí y también de mi trabajo.

Alegría y perfeccionismo. En cualquiera de mis facetas. Porque no os he contado que durante cinco años estuve compaginando trabajo y formación en Madrid, Londres, Oxford, Brighton, Coruña, siempre buscando obtener lo mejor, porque tenía claro mi objetivo, poder dar rienda suelta a toda la creatividad que habita en mí desde que siendo niña maquillaba y peinaba a mis amigas y familiares como la cosa más normal del mundo.

A punto de cumplir los treinta, esa niña ávida de colores y formas sigue más viva que nunca. Ese es el espíritu que me define como formadora, porque quiero que mis alumnos aprendan, claro que si, pero quiero también que saquen a la luz su lado creativo. El maquillaje es perfecto para eso, es arte puro, juego sin límites, tanto el social, el maquillaje de Novia, una editorial o un plató. La libertad que aportan los pinceles es mágica.